10 abril 2011

Trabajo Social en España: una experiencia de intercambio estudiantil

Durante el periodo de agosto de 2010 a enero de 2011, cursé el séptimo semestre de la licenciatura en Trabajo Social en la Universidad de Barcelona, gracias a una beca otorgada por la Dirección General de Cooperación e Internacionalización, dependencia de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México. Fue una beca financiada enteramente con recursos públicos, pertenecientes al presupuesto de la Universidad, y que por lo mismo, me siento muy agradecido y afortunado de haberla recibido. A la vez, considero que no es una dádiva, y que su ejercicio forma parte de un derecho que todas y todos tenemos: el derecho a la educación.

Fueron cinco meses que transcurrieron muy velozmente, pero cuya intensidad y riqueza de experiencias hacen trascender su delimitada temporalidad. El aspecto académico fue muy interesante, ya que pude acercarme a la concepción del trabajo social en otro país, sus finalidades y labores en el mundo profesional. Me encontré con una carrera que está muy encuadrada dentro del ámbito institucional, especialmente en los llamados Servicios Sociales, instrumentados a nivel regional y municipal, y que son el aspecto más residual del sistema de protección social. Asimismo, las y los egresados salen con conocimientos y habilidades que tienden a una intervención más operativa, y no existen asignaturas específicas de programación social y elaboración de proyectos sociales.

Sin embargo, se entiende el actuar del trabajo social dentro de un régimen de bienestar social, algo que a mi juicio muchas veces nos falta tener presente en México, y que por lo mismo, se suele olvidar el carácter netamente político e ideológico de nuestra profesión. En este sentido, fue ilustrativo el acercamiento a los teóricos europeos del Estado de Bienestar, a los que defienden una política social universal, igualitaria y redistributiva, frente a la oleada de reformas neoliberales que han venido desmantelando los sistemas públicos, mercantilizando los derechos mas elementales, y que ninguna sociedad europea, por mas organizada que esté, ha podido revertir plenamente.

El aspecto extra académico, los aprendizajes para la vida, creo que son los que hacen única esta experiencia. Al ir a otro país, te percatas de la necesidad de desapegarte, por un momento, de tus orígenes, manifestando plena apertura y disposición para relacionarte con los otros, con los que parecen extraños y ajenos, cuando al mismo tiempo tú lo puedes ser para ellos. La riqueza de estudiar en el extranjero estriba en empaparte de la cultura, de las personas, de su sentir y vivir cotidiano, y del poder construir relaciones y vínculos estrechos a pesar de las posibles barreras, las cuales muchas son simple virtualidad. Para ello, es posible necesitar cierto tiempo, pero sobretodo, se requiere disposición.

También, al probar la vida independiente, brota la libertad en espacios y tiempos inusitados: te encuentras con la posibilidad de vivir auténticamente, sin aparentar o esconder nada, de hacer lo que siempre has deseado, y no has podido o te han prohibido; asimismo, resurgen el diálogo, la comunicación, organización, solidaridad, cooperación, honestidad y responsabilidad, como elementos fundamentales para poder establecer una convivencia sana, agradable y duradera, cuando el único referente de autoridad eres tú mismo, y tienes mucho mayor margen de decisión del que posees habitualmente.

Sobra decir que el estudiar en el extranjero es una experiencia altamente recomendable, que te llena de vivencias y aprendizajes para la vida, y que también, te hace revalorar a la UNAM, y a la universidad en general, como una institución pública, universal y gratuita, en el que la condición socioeconómica no sea un impedimento para acceder a ella y desarrollarte plenamente con la formación que te brinda.

Camilo Martínez Romero
Estudiante de 8o Semestre