29 noviembre 2010

El rezago y la exclusión social en México, como producto de la política asistencialista

Durante un largo periodo de tiempo México ha luchado contra grandes problemas de todo tipo, económicos, culturales, y los más importantes sociales. Estos problemas han marcado el desarrollo de nuestro país, así como las pautas que se siguen utilizando para abatir este tipo de circunstancias. No obstante todos los problemas que tiene México van ligados con lo económico, lo político y lo cultural. Un claro ejemplo de esto, es que la política económica dicta los parámetros de las líneas de acción de la Política Social.

La Política Social “no es una expresión técnica con significado exacto, se utiliza para hacer referencia a la política de los Gobiernos respecto a aquellas actuaciones que tienen impacto directo en el bienestar de los ciudadanos a través de proporcionarle servicios o ingresos. Por tanto, la parte más importante está formada por la seguridad social, la asistencia pública o nacional, los servicios sanitarios y de bienestar”.[1] La poca efectividad que ha tenido en nuestro país la aplicación de las políticas sociales ha desembocado una serie de conflictos entre la población más afectada, debido, a la mala estructuración que tiene esta, reflejo de eso es que no se ha logrado evitar que cada día halla un mayor rezago social.

Con la entrada del modelo neoliberal la Política Social sufrió un cambio el cual converge en la focalización de estas, a diferencia de la universalidad que tenía la política social en los años 70’s, esta se enfoca en atender a grupos específicos de la población catalogados como vulnerables. Al contrario de lo que la Política Social pudiese representar en nuestro país, esta solo ha logrado permear y polarizar la situación de nuestra nación; por una parte hay un México que goza de bienes y servicios, de la mejor calidad y por la otra tenemos al México que aún no tiene acceso a los bienes y servicios que es responsabilidad del Estado brindar, el México rural que aún sigue viviendo en el siglo pasado en dónde los avances, la inserción de la tecnología y bienes y servicios, eran un sueño o un mito. La Política Social implementada mediante los programas no han garantizado un pleno desarrollo integral de los individuos a los que van dirigidos estos programas, el gobierno más que preocuparse por las condiciones de estos sujetos sólo pareciera preocuparse porque su sistema prevalezca.

Para el gobierno resulta interesante y lo ven como un negocio muy redituable, mantener a los grupos vulnerables como rezagados, ya que entre más hacen como que invierten en esta problemática, más desvían recursos económicos para el enriquecimiento propio, es aquí en donde vemos que en realidad no hay un cambio, del cual tanto hace énfasis nuestro gobierno.

Como profesionales de las ciencias sociales, la realidad que vive México con respecto a este tema de Política Social debe de ser de nuestra seria preocupación, tal vez el tema nos resulte irrelevante o muy trillado, pero la triste realidad es que no se ha hecho un acción que nos arroje resultados de un cambio mínimo en esta situación. Al Trabajo Social, a diferencia de otras profesiones nos concierne realizar acciones para garantizar la aplicación de estas políticas en la población específica a las que se dirigen dichos instrumentos. Para lograr la aplicabilidad y viabilidad de las Políticas, previamente requerimos de una preparación teórica-practica, lo cual nos garantizará una buena intervención en el campo de la planeación de las Políticas Sociales. Otro tema que nos compete como Trabajadores Sociales y que no debemos de dejar fuera son los grupos más rezagados de la sociedad y excluidos ya sea por su condición o ideología, el trabajo que debemos realizar como profesionales debe de estar encaminado al logro de respeto a sus derechos, inserción y desarrollo de capacidades por medio por medio de la Política Sociales estables no asistencialistas.

Si bien en México existen un sinfín de programas ejecutados, aún no existe programa alguno que fortalezca el desarrollo de los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad, estos programas implementados por el gobierno, son meramente paliativos, los cuales carecen de estructuración y capacitación profesional, se necesita de una preparación interna en la cual haya profesionales que entiendan y manifiesten mecanismos de intervención implementados dentro de los programas, el Trabajo Social es una disciplina que puede realizar estas acciones, y hacer programas con una estructura practica, para los sectores excluidos de nuestra población.

Un punto de comparación que resulta importante de situar es que al igual que al Política Social, el Trabajo Social durante muchos años ha sido concebido como asistencialista. Debe de haber un cambio en la concepción “asistencialista” que se tiene de Trabajo Social, de otra manera no se logrará cambiar la misma imagen que se tiene de la Política Social, sólo se fortalecerá su desarrollo. Este cambio de concepción nos concierne a nosotros como futuros Trabajadores Sociales y a los Trabajadores Sociales ya formados, sino se realiza esta acción será difícil que logremos incursionar en las Políticas Sociales y dejar de que sean asistencialistas, para pasar a un plano productivo, el cual sea capaz de desarrollar actitudes y aptitudes de la población objeto. Este cambio se lograra, mediante la verdadera aplicabilidad de la profesión, es decir con la intervención teórica-práctica para la cual estamos preparados.

Los programas en los cuales se insertan las políticas sociales en nuestro país más que lograr un avance para los grupos sociales rezagados y excluidos de la población, han logrado sumergir más a estas clases. Hablamos de clases sociales rezagadas o vulnerables aquellas que no tienen las condiciones para llevar una vida digna en todos los aspectos, alimentación, educación, campo laboral, cultura infraestructura, entre otros. El quehacer que tenemos como Trabajadores Sociales es arduo, esencialmente durante toda la carrera el plan de estudios concentra diferentes practicas en las cuales se nos da la posibilidad de trabajar con casos, grupos y comunidad, mediante esta preparación la influencia que debemos de tener en los programas es de gran relevancia, ya que así como estamos capacitados para trabajador con casos, grupos o comunidades, también estamos preparados para planear programas en los cuales se concentras las principales problemáticas que presentan las poblaciones objetos.

Esta ejecución de nuestra profesión (programas de alcance nacional), la podemos realizar mediante una planeación metodológica la cual nos dictará las pautas que nos decretarán el cómo realizaremos la intervención con la población afectada. Insertarnos en un programa que incidirá a nivel nacional, es un gran reto, ya que implica la responsabilidad de cambiar el panorama para estas clases, tal vez suene un tanto lejano, más no imposible, de esta manera es importante que como profesionales nos comprometamos con nuestra preparación previa y posterior. Dicho esta que trabajamos en conjunto para lograr un bienestar colectivo, más sin embargo hay que empezar por atrevernos a incursionar en campos que den un beneficio de verdad a los sectores más excluidos de nuestra sociedad, empezando por los programas de tipo social y las políticas que van internas en estos.


[1] Yitmuss Richard M, ¿Qué es la Política Social?, P.16

Dalia Abigail Pichardo Torres
Estudiante de 7° semestre.

15 noviembre 2010

Lo que no es seguro en este Bicentenario

El tema principal del presente ensayo es una breve revisión del tema: la inseguridad en México, y para esta labor es necesario revisar el concepto seguridad, difícil de definir porque está conformado por varios elementos como nación, estado, gobierno, seguridad, soberanía, independencia, entre otros; ya que estos se requieren ser definidos para poder llegar a una definición aceptable de seguridad nacional.

La seguridad nacional es un concepto difícil de definir, actualmente… como en la mayoría de los conceptos de las Ciencias Sociales, ya que no se puede llegar a una definición absoluta y representante de las acciones en México.

Podríamos hablar de seguridad nacional cuando una determinada “nación logra que el conjunto de personas que la integra se halle fuera de todo peligro o riesgo.”(1) De esta manera debemos de analizar de dónde proviene el peligro o el riesgo que afecta a la nación. El término seguridad es complicado, por lo tanto es más fácil señalar lo que no es seguro.

Los problemas en que todos estamos siendo afectados; estamos en nuestro derecho y debemos exigir el cumplimiento de las obligaciones de la autoridad, de la seguridad que debemos de proveer los mexicanos y mexicanas, pero también debemos de cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos.

Y la obligación como ciudadanos es conocer, reflexionar y dar alternativas; sobre lo que cada uno de nosotros, como mexicanos para combatir la corrupciones desde el Estado, Burocracia, e instituciones, ya que de aquí derivan las perfectas corrupciones.

La constitución me llamó mucho la atención como puede ayudar a combatir esta inseguridad que estamos viviendo; se trata de los 10 puntos o consejos que emitió la iglesia católica para prevenir ser asaltados, algunos de ellos ya presentados por las autoridades en alguna ocasión, tales como no vestir ostentosamente, cambiar las rutas de entrada y salida de nuestras actividades diarias, etc. Lo que me sorprendió fue que se dirigió a la gente afectada pero no a quienes nos afectan, no escuché la advertencia a quienes violan los derechos humanos de los mexicanos y mexicanas; sí a las víctimas pero no a los victimarios.

En este mismo sentido la reflexión es que nosotros mismos cambiemos para no seguir “produciendo” victimarios. Tenemos que iniciar, cada uno de los ciudadanos que anhelamos un mejor país, ya se llevaron a cabo: una marcha de protesta para exigir, por ejemplo ¿y ahora qué?

Iniciemos con la reflexión de lo que hacemos diariamente en nuestra casa, trabajo, convivencia diaria. Esta parte es muy difícil porque implica reconocer nuestros errores, nuestra responsabilidad; y veremos que nadie puede tirar la primera piedra porque si salimos gallardos en alguno de los siguientes puntos seguro “caemos” en otro.

(1) Morín, Edgar. Introducción a una política del hombre. Gedisa, Barcelona, 2002

Erika Elizabeth de la Luz Pérez
Estudiante de Séptimo Semestre.
Turno matutino.

Contra la militarización y la violencia de Estado

El día viernes veintinueve de octubre del año en curso, en el marco del “Foro internacional contra la militarización y la violencia. Por una cultura diferente” a realizarse en el Instituto de Investigación de Ciencias Biomédicas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, se realizó la Onceava Kaminata contra la Muerte en la que participaron estudiantes de la UACJ, organizaciones sociales y ciudadanos, inaugurando así dicho foro.

Esta caminata pacífica fue agredida por balas de agentes de la policía federal, dejando como saldo a un estudiante de diecinueve años de la carrera de sociología de la UACJ herido de bala. Este estudiante de nombre José Darío Álvarez Orrantia fue impactado por la espalda al interior de la universidad, produciendo exposición de vísceras, siendo hospitalizado e intervenido quirúrgicamente en varias ocasiones y reportándose su estado de salud como grave.

Ante esto pronunciamos lo siguiente:

La supuesta guerra contra el narcotráfico que falsamente ha emprendido el gobierno federal, ha servido de pretexto, para acaparar el negocio de la droga fortaleciendo a grupos afines a su política. En este contexto se han desplegado las fuerzas militares cuyo número asciende a 94,540 efectivos además de fuerzas paramilitares, policiacas y grupos especializados de inteligencia a lo largo y ancho del país, dejando como saldo miles de ciudadanos inocentes muertos, jóvenes en su mayoría, a los que el Estado ha llamado “víctimas colaterales desagradablemente necesarias”; siendo las ciudades y comunidades fronterizas las más afectadas dejándolas en un permanente estado de sitio.

Esta militarización cumple una doble función. Por un lado consolidar el mercado de la droga y el tráfico de armas dinamizando así la economía de Estados Unidos de Norteamérica. Y por el otro generando paranoia y terror en la población, justificando de esta manera la presencia de elementos armados oficiales y extraoficiales, criminalizando toda actividad social que no esté contemplada o se oponga a su política. Ejemplo de esto son los atentados contra observadores y defensores de derechos humanos, comunidades indígenas, estudiantes, trabajadores, sindicatos, luchadores sociales y reporteros.

Esta guerra afecta directamente las libertades y las garantías de los jóvenes mexicanos. La limitada educación impartida por el Estado generó durante muchos años la idea falsa del progreso y la posibilidad de ascenso en el estatus social, ilusión que se ha ido desvaneciendo enfrentando a la juventud a un mundo sin futuro. El desempleo y el subempleo arrojan a aproximadamente quinientas mil personas a las organizaciones del narco, de las cuales al menos ochenta mil son jóvenes y menores de edad. Estas organizaciones se presentan como una posibilidad “real” de sustento económico, que comparado con las miserables condiciones del empleo formal aparenta ser una salida.

La desaparición de los contratos colectivos de trabajo, la extinción de sindicatos y agrupaciones obreras y campesinas, el aumento de la jornada laboral sin retribución alguna, contrataciones eventuales, salarios que decrecen sin corresponder al incremento en el costo de vida; todas estas condiciones dan como resultado el desmantelamiento sistemático de la seguridad social y con ello la cruel decisión de incorporarse a las filas de la delincuencia organizada, en especial del narcotráfico, con la plena conciencia de poder perder no solo la libertad sino la vida.

Frente a esta atroz realidad los estudiantes de Ciudad Juárez y del resto del país hemos denunciado en todo momento la política gubernamental y empresarial que ha generado este clima de pobreza y violencia contra los sectores históricamente marginados. Debido a esta denuncia que no es exclusiva de los estudiantes, somos objeto de la represión del Estado.

Lo sucedido a nuestro compañero José Darío así como los ciento ocho asesinatos políticos, cuatro mil desapariciones forzadas y los veintitrés mil civiles ejecutados extrajudicialmente tan solo en lo que va de este sexenio, es una muestra inequívoca de quién es el blanco en esta guerra.

Por todo lo anterior exigimos:

Retiro inmediato del ejército en las calles.

Desaparición de la policía federal.

No al proyecto de policía única.

No a la criminalización de la juventud y de la protesta social.

Respeto a la autonomía de las universidades.

Cese a la guerra del gobierno federal contra la población.

Esclarecimiento inmediato del atentado contra nuestro compañero José Darío y castigo a los responsables.

¡Ni un muerto más a manos de la policía o el ejército!

¡Nos toc@n a uno nos tocan a tod@s!

¡Todo nuestro apoyo y solidaridad para José Darío Álvarez Orrantia, sus familiares y los estudiantes de ciudad Juárez!

SEARCH,MICH,&G,IBAPA, BAYO

Comité de Redacción de la Asamblea Estudiantil del 5 de Noviembre en Ciudad Universitaria, Auditorio Che Guevara.

01 noviembre 2010

La participación estudiantil en la ENTS (Primera parte)

En el proceso formativo de los estudiantes de la licenciatura de Trabajo Social en la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) se nos ha develado y corroborado la importancia de la participación(1) de las personas (población “atendida”) en nuestro quehacer profesional. Esta inclusión de las personas en nuestra intervención obedece a generar procesos que conlleven a la democratización de las acciones para atender con legitimidad (y fundamento empírico de la realidad) los problemas de la sociedad.

Sin embargo, es interesante analizar que el discurso que emana de profesores y estudiantes no hace hincapié (en ocasiones ni mención alguna) en la necesidad de generar acciones participativas por parte de los estudiantes en su formación profesional en la misma Escuela Es decir, se considera indispensable la participación de las personas cuando intervenimos, pero se omite la importancia de la participación en la toma de decisiones por parte de los estudiantes en la misma Institución en que se desarrollan.

La participación estudiantil es una actividad sumamente importante en la vida universitaria. Como demuestra Mendoza (2001), a través de una revisión histórica contextualizada se puede atestiguar la magnitud que implica el que los estudiantes de las universidades desarrollen actos participativos; en el caso de la UNAM se puede contemplar desde el Ateneo de la Juventud con Vasconcelos en los primeros años de la Universidad, pasando por el movimiento estudiantil de 1968 hasta la compleja huelga de 1999. En el caso concreto de la ENTS, los estudiantes también han jugado un papel importante en su conformación y desarrollo, como lo fue en el proceso de independencia de la Escuela, separándose de la Facultad de Derecho (Gaceta ENTS, 2010).

La relevancia de la participación estudiantil en la toma de decisiones recae en la necesidad y posibilidad concreta de generar cambios en la vida académica, en el proceso enseñanza-aprendizaje y en las relaciones sociales que se generan en la Universidad. Pasar de los señalamientos hechos en los salones y en los pasillos a la participación teórica reflexiva de la realidad con debates, propuestas y consensos para lograr los cambios que se consideran necesarios en el actual contexto histórico.

En el caso de la formación que se realiza en la ENTS resulta imprescindible hablar de procesos participativos, ya que como se ha mencionado, la inclusión de las personas logra conocer los diferentes puntos de vista e identificar de forma directa las problemáticas que aqueja a cierta población, además de trascender la labor tradicional-asistencial del trabajo social para establecer acciones incluyentes, legitimas y democráticas.

Ahora bien, este proceso no debería estar ajeno en la misma Escuela, debido a que sería totalmente contradictorio suponer una formación profesional íntegra en la que misma formación carezca de participación por parte de los estudiantes. La inclusión del estudiante en los sucesos que competen a la Escuela genera que aquel participe en el mejoramiento de la institución (tanto académica como organizativa), con conocimiento de que este acto supone un ejercicio en beneficio de su propia formación (ya que al buscar el perfeccionamiento de la institución en que se encuentra busca a la vez una mejor preparación en sus conocimientos académicos).

En el sentido académico, la participación implica un análisis de los contenidos de las materias que se explican en clase para generar una formación en que realmente se aprehendan y generen los conocimientos en los estudiantes(2); desarrollando las capacidades cognoscitivas. Aunado a ello, las relaciones que se llevan a cabo en las aulas entre los mismos estudiantes y en su relación con los profesores se establecen en una dinámica horizontal (a través de los cuestionamientos, las discusiones, los argumentos y posicionamientos) en la que el profesor y el estudiante son sujetos constructores de conocimientos.

La participación además de mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje beneficia en lo personal, pues se internalizan los conocimientos relacionándolos con la realidad del mismo estudiante. Es decir, se objetiviza y subjetiviza lo que aprehende en comunión con los compañeros y con el profesor. Esto asume una posición crítica de la realidad y se genera la sensibilización hacia los problemas sociales.

No obstante la participación estudiantil no debe quedar supeditada a lo que ocurre en las aulas. Debe reconocerse al estudiante como constructor de alternativas de solución a los problemas que existen en la institución. Por lo general, el estudiante no obedece a intereses administrativos, con lo cual puede establecer una perspectiva objetiva de los acontecimientos que ocurren en la Escuela, generando propuestas que alienten al mejoramiento del desarrollo administrativo de la misma.

Si el discurso que actualmente se maneja en la ENTS es el de fortalecer los procesos de planeación, adecuar su normatividad, revisar periódicamente sus formas y estructuras de organización y, en general, mejorar todas sus actividades (Casas, 2009, p. 20), es obligatorio considerar a los estudiantes en el análisis del quehacer administrativo. Su opinión podrá develar aspectos que la administración no percibe u omite, fortaleciendo la objetividad encaminada a lograr el objetivo señalado.

Es por esto que la Administración debe estar abierta a la crítica, en una posición de escucha y debate; de lo contario, la omisión de la participación estudiantil reflejara que el discurso obedece a cuestiones meramente retóricas y que la supuesta inclusión de los diversos sectores de nuestra comunidad (Casas, 2009, p. IV) no se está llevando a cabo. En relación con esto, es preciso mejorar los procesos comunicativos, puesto que la inclusión de la comunidad no puede ser solamente convocada por medios electrónicos o con un par de convocatorias en zonas de la Escuela menos frecuentadas.

Empero, como veremos en la siguiente entrega, la participación estudiantil conlleva otros conocimientos que no obedecen exclusivamente a la formación académica; considerar solamente esta perspectiva seria no develar el trasfondo político-ideológico que caracteriza a todo acto participativo.


(1) Para este ensayo se considerará la participación como la intervención estrictamente relacionada con la reflexión, encaminada a la modificación o construcción de una situación.

(2) Aquí la importante distinción entre estudiante y alumno.


Bibliografía y Fuentes

Casas T. G. (2009) Plan de Desarrollo Institucional 2008 – 2012. México. ENTS–UNAM de http://www.trabajosocial.unam.mx/dirs/direccion/pdi2009.pdf

Gaceta ENTS. (2010, julio-agosto). No. 134 de http://www.trabajosocial.unam.mx/dirs/Publi/Gaceta/Gac_134.pdf

Mendoza R. J. (2001). Los conflictos de la UNAM en el siglo XXI. México. Plaza y Valdés Editores

Gilberto Gutiérrez Bravo
Estudiante de séptimo semestre
Turno matutino