02 diciembre 2010

El Trabajo Social frente a la Administración Social y su posible papel como gerente social (gerencia social)

Una de las áreas potenciales en donde se desarrollan los trabajadores sociales, en el ámbito profesional y laboral, y en donde desempeñan funciones de organización, dirección, planeación y control es la Administración Social, área desde mi perspectiva, polémica y contradictoria considerando los principios del Trabajo Social. Las actividades de administración están estrechamente ligadas con el sector empresarial, sector que como principio tiene la obtención de excedente, o como diría Carlos Marx, de la plusvalía.

La Administración, se entiende como el proceso de planear acciones, actividades y operaciones en una organización o empresa mediante la colaboración de sujetos y de recursos para la obtención de resultados esperados, y el cumplimiento de objetivos y metas planteados.[1]

Para otros, la Administración consiste en lograr un objetivo predeterminado, mediante el esfuerzo ajeno. [2]

Lo antes expuesto, debe considerar a la Administración Social como una herramienta que permita la coordinación de los diversos recursos (materiales y humanos) para el máximo aprovechamiento de estos, mediante un proceso que va dirigido al logro de objetivos. En la propia administración se busca una retribución hacia la sociedad, es decir, un “compromiso moral” en el cual, ésta, se une con los sujetos y en forma armónica coordinan sus medios (recursos naturales, humanos, tecnológicos, financieros, etc.) para el logro del “bien común”.

Para el trabajador social la Administración Social debe consistir en un instrumento a través del cual, utilizando técnicas y recursos, pueda colaborar para que los sujetos y la comunidad reciban los beneficios del bienestar social, y a la par convirtiéndose en un coordinador de los diferentes recursos con el fin de mejorar el nivel de vida de la población.

Para ello, el trabajador social puede desempeñar el rol de gerente social, ya que su propia formación le proporciona un enfoque multidisciplinario, y al mismo tiempo, puede seguir las exigencias de la Gerencia Social, ésta misma entendida como el área encargada y capacitada para el logro de una adecuada implementación de los programas sociales, de proveer servicios con la mejor calidad posible, esto depende, en buena medida, de una gerencia de “alta calidad”.

Lo anterior, se entiende ante un escenario social de condiciones extremas, considerando que la población de muchos países, sobre todo en América Latina, viven en condiciones de pobreza, y en muchos casos, de pobreza extrema, las demandas crecientes de las comunidades por más y mejores servicios sociales, las políticas sociales que solo atacan efectos y no causas; ha motivado a los gobiernos y a los organismos internacionales a prestar atención al desarrollo de capacitación en materia de política y gestión social.

El gerente social al igual que el trabajador social busca que sus proyectos logren la sostenibilidad; el desarrollo de la auto-organización y la autogestión en las poblaciones objetivos; la construcción de ciudadanía a través de la participación aprendiendo a ejercer sus derechos y responsabilidades para desarrollar plenamente su condición de ciudadano; el logro de la articulación entre los diferentes grupos de edades y significativos, y el desarrollo de una ética de compromiso social.

También, el gerente social y el trabajador social pueden desarrollar el rol del gerente en la elaboración de la política pública, que va de la identificación y definición del problema a enfrentar, pasando por la creación de alternativas que podrían ser utilizadas en su solución, a una toma de decisiones respecto de aquella alternativa sea la mejor, para luego ordenar su implementación y, finalmente, realizar una evaluación de lo ejecutado. La única diferencia que puedo percibir entre ambos es que el gerente social puede estar en todas las fases antes mencionadas pero el trabajador social, por su carácter práctico, interviene e interactúa con los problemas, con los grupos y comunidades permitiéndole reconocer los elementos que se están gestando en nuestra sociedad.

Dada la situación antes descrita, la realidad en cuanto al rol del trabajador social en el área de la Administración (Social) es confusa, incierta y contradictoria considerando que el Trabajo Social, en todas sus áreas, debe:

….lograr que las personas asuman una acción organizada en la realidad social para conocerla y transformarla, y contribuir a lograr el bienestar social de la población.[3]

Situación que no sucede cuando hablamos de las actividades del sector empresarial, espacio donde se ejerce con mayor plenitud la Administración Social, en donde existe el juego entre capital y trabajo. Aquí, el Trabajo Social desconoce sus propias funciones, y carente de comunicación con el sector empresarial y el sector obrero. La empresa relega lo humano a niveles secundarios, sólo le interesa producir.

El trabajador social centra su atención en problemas y necesidades de la empresa, de la organización de los empleados y trabajadores desde una perspectiva integral, englobando aspectos económicos, psicológicos, sociales, relaciones productivas y relaciones humanas tendiendo hacia el aumento de la productividad en un ambiente propicio y satisfactorio,[4] por lo que su objetivo es atender de manera amplia las necesidades básicas de los obreros.

En este sentido, el trabajador social solo valora los problemas que se presentan para que no perjudiquen la producción de la empresa, ya que los obreros condicionan la productividad. En lo que respecta al Trabajo Social, podemos señalar que no contribuye a la transformación de la realidad de la clase obrera, y menos a la consecución del bienestar social. Además, las funciones de los trabajadores sociales, en este ámbito, se ven subordinada a la dirección de la empresa, subordinado a la sección personal y dependiente del sindicato etc.

Por último, considero que el Trabajo Social en este ámbito, debe intervenir apuntalando a que los objetivos de producción o de la empresa brinden oportunidades de promoción y desarrollo de las personas (obreros) y de la sociedad.

Los trabajadores sociales deben tener los conocimientos mínimos de administración que son necesarios para poder desempeñar con eficacia y eficiencia sus tareas dentro del marco de la administración para evitar decepciones dentro del ámbito empresarial. Con frecuencia el trabajador social queda atrapado en el clima y estructura de la administración, hasta llegar a ser un simple gestor, de vez en cuando atendiendo a la gente, evadiendo la realidad, un deseo de prestigio, convirtiéndose en una preocupación prioritaria y constante.

Sin duda, la Administración es un factor clave en el funcionamiento de las comunidades, organizaciones, sindicatos, empresas, iglesias, etc. Pero también debemos tener claro y comprender el funcionamiento de la administración.

Por ello, el trabajador social debe saber manejarse dentro de la administración (ámbito empresarial) para contribuir a que esas “maquinas/aparatos” tengan alguna eficiencia al servicio de los sujetos, y no del mismo aparato como ocurre con frecuencia. Los trabajadores sociales insertados en este ámbito requieren de un adecuado conocimiento de la administración de sus principios y prácticas. No obstante, el Trabajo Social no debe olvidar como disciplina científica su tendencia a lograr o contribuir al bienestar social y al desarrollo integral de los sujetos.


[1] Definición propia.

[2] FAYOL, Henry. Administración industrial y general de México. Herrero Hermanos, México, 1998

[3] KISNERMAN, Natalio. Pensar el Trabajo Social. 2ª ed. Hvmanitas, Argentina, 1998.

[4] HERRERA, Angélica. Trabajo Social en empresas. ENTS-UNAM, México, 1994.


BIBLIOGRAFÍA

FAYOL, Henry. Administración industrial y general de México. Herrero Hermanos, México, 1998

HERRERA, Angélica. Trabajo Social en empresas. ENTS-UNAM, México, 1994.

KISNERMAN, Natalio. Pensar el Trabajo Social. 2ª ed. Hvmanitas, Argentina, 1998.


Oscar Gutiérrez Sánchez
Grupo:1714
7° Semestre
Turno Matutino
Consejero Técnico, ENTS

29 noviembre 2010

El rezago y la exclusión social en México, como producto de la política asistencialista

Durante un largo periodo de tiempo México ha luchado contra grandes problemas de todo tipo, económicos, culturales, y los más importantes sociales. Estos problemas han marcado el desarrollo de nuestro país, así como las pautas que se siguen utilizando para abatir este tipo de circunstancias. No obstante todos los problemas que tiene México van ligados con lo económico, lo político y lo cultural. Un claro ejemplo de esto, es que la política económica dicta los parámetros de las líneas de acción de la Política Social.

La Política Social “no es una expresión técnica con significado exacto, se utiliza para hacer referencia a la política de los Gobiernos respecto a aquellas actuaciones que tienen impacto directo en el bienestar de los ciudadanos a través de proporcionarle servicios o ingresos. Por tanto, la parte más importante está formada por la seguridad social, la asistencia pública o nacional, los servicios sanitarios y de bienestar”.[1] La poca efectividad que ha tenido en nuestro país la aplicación de las políticas sociales ha desembocado una serie de conflictos entre la población más afectada, debido, a la mala estructuración que tiene esta, reflejo de eso es que no se ha logrado evitar que cada día halla un mayor rezago social.

Con la entrada del modelo neoliberal la Política Social sufrió un cambio el cual converge en la focalización de estas, a diferencia de la universalidad que tenía la política social en los años 70’s, esta se enfoca en atender a grupos específicos de la población catalogados como vulnerables. Al contrario de lo que la Política Social pudiese representar en nuestro país, esta solo ha logrado permear y polarizar la situación de nuestra nación; por una parte hay un México que goza de bienes y servicios, de la mejor calidad y por la otra tenemos al México que aún no tiene acceso a los bienes y servicios que es responsabilidad del Estado brindar, el México rural que aún sigue viviendo en el siglo pasado en dónde los avances, la inserción de la tecnología y bienes y servicios, eran un sueño o un mito. La Política Social implementada mediante los programas no han garantizado un pleno desarrollo integral de los individuos a los que van dirigidos estos programas, el gobierno más que preocuparse por las condiciones de estos sujetos sólo pareciera preocuparse porque su sistema prevalezca.

Para el gobierno resulta interesante y lo ven como un negocio muy redituable, mantener a los grupos vulnerables como rezagados, ya que entre más hacen como que invierten en esta problemática, más desvían recursos económicos para el enriquecimiento propio, es aquí en donde vemos que en realidad no hay un cambio, del cual tanto hace énfasis nuestro gobierno.

Como profesionales de las ciencias sociales, la realidad que vive México con respecto a este tema de Política Social debe de ser de nuestra seria preocupación, tal vez el tema nos resulte irrelevante o muy trillado, pero la triste realidad es que no se ha hecho un acción que nos arroje resultados de un cambio mínimo en esta situación. Al Trabajo Social, a diferencia de otras profesiones nos concierne realizar acciones para garantizar la aplicación de estas políticas en la población específica a las que se dirigen dichos instrumentos. Para lograr la aplicabilidad y viabilidad de las Políticas, previamente requerimos de una preparación teórica-practica, lo cual nos garantizará una buena intervención en el campo de la planeación de las Políticas Sociales. Otro tema que nos compete como Trabajadores Sociales y que no debemos de dejar fuera son los grupos más rezagados de la sociedad y excluidos ya sea por su condición o ideología, el trabajo que debemos realizar como profesionales debe de estar encaminado al logro de respeto a sus derechos, inserción y desarrollo de capacidades por medio por medio de la Política Sociales estables no asistencialistas.

Si bien en México existen un sinfín de programas ejecutados, aún no existe programa alguno que fortalezca el desarrollo de los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad, estos programas implementados por el gobierno, son meramente paliativos, los cuales carecen de estructuración y capacitación profesional, se necesita de una preparación interna en la cual haya profesionales que entiendan y manifiesten mecanismos de intervención implementados dentro de los programas, el Trabajo Social es una disciplina que puede realizar estas acciones, y hacer programas con una estructura practica, para los sectores excluidos de nuestra población.

Un punto de comparación que resulta importante de situar es que al igual que al Política Social, el Trabajo Social durante muchos años ha sido concebido como asistencialista. Debe de haber un cambio en la concepción “asistencialista” que se tiene de Trabajo Social, de otra manera no se logrará cambiar la misma imagen que se tiene de la Política Social, sólo se fortalecerá su desarrollo. Este cambio de concepción nos concierne a nosotros como futuros Trabajadores Sociales y a los Trabajadores Sociales ya formados, sino se realiza esta acción será difícil que logremos incursionar en las Políticas Sociales y dejar de que sean asistencialistas, para pasar a un plano productivo, el cual sea capaz de desarrollar actitudes y aptitudes de la población objeto. Este cambio se lograra, mediante la verdadera aplicabilidad de la profesión, es decir con la intervención teórica-práctica para la cual estamos preparados.

Los programas en los cuales se insertan las políticas sociales en nuestro país más que lograr un avance para los grupos sociales rezagados y excluidos de la población, han logrado sumergir más a estas clases. Hablamos de clases sociales rezagadas o vulnerables aquellas que no tienen las condiciones para llevar una vida digna en todos los aspectos, alimentación, educación, campo laboral, cultura infraestructura, entre otros. El quehacer que tenemos como Trabajadores Sociales es arduo, esencialmente durante toda la carrera el plan de estudios concentra diferentes practicas en las cuales se nos da la posibilidad de trabajar con casos, grupos y comunidad, mediante esta preparación la influencia que debemos de tener en los programas es de gran relevancia, ya que así como estamos capacitados para trabajador con casos, grupos o comunidades, también estamos preparados para planear programas en los cuales se concentras las principales problemáticas que presentan las poblaciones objetos.

Esta ejecución de nuestra profesión (programas de alcance nacional), la podemos realizar mediante una planeación metodológica la cual nos dictará las pautas que nos decretarán el cómo realizaremos la intervención con la población afectada. Insertarnos en un programa que incidirá a nivel nacional, es un gran reto, ya que implica la responsabilidad de cambiar el panorama para estas clases, tal vez suene un tanto lejano, más no imposible, de esta manera es importante que como profesionales nos comprometamos con nuestra preparación previa y posterior. Dicho esta que trabajamos en conjunto para lograr un bienestar colectivo, más sin embargo hay que empezar por atrevernos a incursionar en campos que den un beneficio de verdad a los sectores más excluidos de nuestra sociedad, empezando por los programas de tipo social y las políticas que van internas en estos.


[1] Yitmuss Richard M, ¿Qué es la Política Social?, P.16

Dalia Abigail Pichardo Torres
Estudiante de 7° semestre.

15 noviembre 2010

Lo que no es seguro en este Bicentenario

El tema principal del presente ensayo es una breve revisión del tema: la inseguridad en México, y para esta labor es necesario revisar el concepto seguridad, difícil de definir porque está conformado por varios elementos como nación, estado, gobierno, seguridad, soberanía, independencia, entre otros; ya que estos se requieren ser definidos para poder llegar a una definición aceptable de seguridad nacional.

La seguridad nacional es un concepto difícil de definir, actualmente… como en la mayoría de los conceptos de las Ciencias Sociales, ya que no se puede llegar a una definición absoluta y representante de las acciones en México.

Podríamos hablar de seguridad nacional cuando una determinada “nación logra que el conjunto de personas que la integra se halle fuera de todo peligro o riesgo.”(1) De esta manera debemos de analizar de dónde proviene el peligro o el riesgo que afecta a la nación. El término seguridad es complicado, por lo tanto es más fácil señalar lo que no es seguro.

Los problemas en que todos estamos siendo afectados; estamos en nuestro derecho y debemos exigir el cumplimiento de las obligaciones de la autoridad, de la seguridad que debemos de proveer los mexicanos y mexicanas, pero también debemos de cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos.

Y la obligación como ciudadanos es conocer, reflexionar y dar alternativas; sobre lo que cada uno de nosotros, como mexicanos para combatir la corrupciones desde el Estado, Burocracia, e instituciones, ya que de aquí derivan las perfectas corrupciones.

La constitución me llamó mucho la atención como puede ayudar a combatir esta inseguridad que estamos viviendo; se trata de los 10 puntos o consejos que emitió la iglesia católica para prevenir ser asaltados, algunos de ellos ya presentados por las autoridades en alguna ocasión, tales como no vestir ostentosamente, cambiar las rutas de entrada y salida de nuestras actividades diarias, etc. Lo que me sorprendió fue que se dirigió a la gente afectada pero no a quienes nos afectan, no escuché la advertencia a quienes violan los derechos humanos de los mexicanos y mexicanas; sí a las víctimas pero no a los victimarios.

En este mismo sentido la reflexión es que nosotros mismos cambiemos para no seguir “produciendo” victimarios. Tenemos que iniciar, cada uno de los ciudadanos que anhelamos un mejor país, ya se llevaron a cabo: una marcha de protesta para exigir, por ejemplo ¿y ahora qué?

Iniciemos con la reflexión de lo que hacemos diariamente en nuestra casa, trabajo, convivencia diaria. Esta parte es muy difícil porque implica reconocer nuestros errores, nuestra responsabilidad; y veremos que nadie puede tirar la primera piedra porque si salimos gallardos en alguno de los siguientes puntos seguro “caemos” en otro.

(1) Morín, Edgar. Introducción a una política del hombre. Gedisa, Barcelona, 2002

Erika Elizabeth de la Luz Pérez
Estudiante de Séptimo Semestre.
Turno matutino.

Contra la militarización y la violencia de Estado

El día viernes veintinueve de octubre del año en curso, en el marco del “Foro internacional contra la militarización y la violencia. Por una cultura diferente” a realizarse en el Instituto de Investigación de Ciencias Biomédicas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, se realizó la Onceava Kaminata contra la Muerte en la que participaron estudiantes de la UACJ, organizaciones sociales y ciudadanos, inaugurando así dicho foro.

Esta caminata pacífica fue agredida por balas de agentes de la policía federal, dejando como saldo a un estudiante de diecinueve años de la carrera de sociología de la UACJ herido de bala. Este estudiante de nombre José Darío Álvarez Orrantia fue impactado por la espalda al interior de la universidad, produciendo exposición de vísceras, siendo hospitalizado e intervenido quirúrgicamente en varias ocasiones y reportándose su estado de salud como grave.

Ante esto pronunciamos lo siguiente:

La supuesta guerra contra el narcotráfico que falsamente ha emprendido el gobierno federal, ha servido de pretexto, para acaparar el negocio de la droga fortaleciendo a grupos afines a su política. En este contexto se han desplegado las fuerzas militares cuyo número asciende a 94,540 efectivos además de fuerzas paramilitares, policiacas y grupos especializados de inteligencia a lo largo y ancho del país, dejando como saldo miles de ciudadanos inocentes muertos, jóvenes en su mayoría, a los que el Estado ha llamado “víctimas colaterales desagradablemente necesarias”; siendo las ciudades y comunidades fronterizas las más afectadas dejándolas en un permanente estado de sitio.

Esta militarización cumple una doble función. Por un lado consolidar el mercado de la droga y el tráfico de armas dinamizando así la economía de Estados Unidos de Norteamérica. Y por el otro generando paranoia y terror en la población, justificando de esta manera la presencia de elementos armados oficiales y extraoficiales, criminalizando toda actividad social que no esté contemplada o se oponga a su política. Ejemplo de esto son los atentados contra observadores y defensores de derechos humanos, comunidades indígenas, estudiantes, trabajadores, sindicatos, luchadores sociales y reporteros.

Esta guerra afecta directamente las libertades y las garantías de los jóvenes mexicanos. La limitada educación impartida por el Estado generó durante muchos años la idea falsa del progreso y la posibilidad de ascenso en el estatus social, ilusión que se ha ido desvaneciendo enfrentando a la juventud a un mundo sin futuro. El desempleo y el subempleo arrojan a aproximadamente quinientas mil personas a las organizaciones del narco, de las cuales al menos ochenta mil son jóvenes y menores de edad. Estas organizaciones se presentan como una posibilidad “real” de sustento económico, que comparado con las miserables condiciones del empleo formal aparenta ser una salida.

La desaparición de los contratos colectivos de trabajo, la extinción de sindicatos y agrupaciones obreras y campesinas, el aumento de la jornada laboral sin retribución alguna, contrataciones eventuales, salarios que decrecen sin corresponder al incremento en el costo de vida; todas estas condiciones dan como resultado el desmantelamiento sistemático de la seguridad social y con ello la cruel decisión de incorporarse a las filas de la delincuencia organizada, en especial del narcotráfico, con la plena conciencia de poder perder no solo la libertad sino la vida.

Frente a esta atroz realidad los estudiantes de Ciudad Juárez y del resto del país hemos denunciado en todo momento la política gubernamental y empresarial que ha generado este clima de pobreza y violencia contra los sectores históricamente marginados. Debido a esta denuncia que no es exclusiva de los estudiantes, somos objeto de la represión del Estado.

Lo sucedido a nuestro compañero José Darío así como los ciento ocho asesinatos políticos, cuatro mil desapariciones forzadas y los veintitrés mil civiles ejecutados extrajudicialmente tan solo en lo que va de este sexenio, es una muestra inequívoca de quién es el blanco en esta guerra.

Por todo lo anterior exigimos:

Retiro inmediato del ejército en las calles.

Desaparición de la policía federal.

No al proyecto de policía única.

No a la criminalización de la juventud y de la protesta social.

Respeto a la autonomía de las universidades.

Cese a la guerra del gobierno federal contra la población.

Esclarecimiento inmediato del atentado contra nuestro compañero José Darío y castigo a los responsables.

¡Ni un muerto más a manos de la policía o el ejército!

¡Nos toc@n a uno nos tocan a tod@s!

¡Todo nuestro apoyo y solidaridad para José Darío Álvarez Orrantia, sus familiares y los estudiantes de ciudad Juárez!

SEARCH,MICH,&G,IBAPA, BAYO

Comité de Redacción de la Asamblea Estudiantil del 5 de Noviembre en Ciudad Universitaria, Auditorio Che Guevara.

01 noviembre 2010

La participación estudiantil en la ENTS (Primera parte)

En el proceso formativo de los estudiantes de la licenciatura de Trabajo Social en la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) se nos ha develado y corroborado la importancia de la participación(1) de las personas (población “atendida”) en nuestro quehacer profesional. Esta inclusión de las personas en nuestra intervención obedece a generar procesos que conlleven a la democratización de las acciones para atender con legitimidad (y fundamento empírico de la realidad) los problemas de la sociedad.

Sin embargo, es interesante analizar que el discurso que emana de profesores y estudiantes no hace hincapié (en ocasiones ni mención alguna) en la necesidad de generar acciones participativas por parte de los estudiantes en su formación profesional en la misma Escuela Es decir, se considera indispensable la participación de las personas cuando intervenimos, pero se omite la importancia de la participación en la toma de decisiones por parte de los estudiantes en la misma Institución en que se desarrollan.

La participación estudiantil es una actividad sumamente importante en la vida universitaria. Como demuestra Mendoza (2001), a través de una revisión histórica contextualizada se puede atestiguar la magnitud que implica el que los estudiantes de las universidades desarrollen actos participativos; en el caso de la UNAM se puede contemplar desde el Ateneo de la Juventud con Vasconcelos en los primeros años de la Universidad, pasando por el movimiento estudiantil de 1968 hasta la compleja huelga de 1999. En el caso concreto de la ENTS, los estudiantes también han jugado un papel importante en su conformación y desarrollo, como lo fue en el proceso de independencia de la Escuela, separándose de la Facultad de Derecho (Gaceta ENTS, 2010).

La relevancia de la participación estudiantil en la toma de decisiones recae en la necesidad y posibilidad concreta de generar cambios en la vida académica, en el proceso enseñanza-aprendizaje y en las relaciones sociales que se generan en la Universidad. Pasar de los señalamientos hechos en los salones y en los pasillos a la participación teórica reflexiva de la realidad con debates, propuestas y consensos para lograr los cambios que se consideran necesarios en el actual contexto histórico.

En el caso de la formación que se realiza en la ENTS resulta imprescindible hablar de procesos participativos, ya que como se ha mencionado, la inclusión de las personas logra conocer los diferentes puntos de vista e identificar de forma directa las problemáticas que aqueja a cierta población, además de trascender la labor tradicional-asistencial del trabajo social para establecer acciones incluyentes, legitimas y democráticas.

Ahora bien, este proceso no debería estar ajeno en la misma Escuela, debido a que sería totalmente contradictorio suponer una formación profesional íntegra en la que misma formación carezca de participación por parte de los estudiantes. La inclusión del estudiante en los sucesos que competen a la Escuela genera que aquel participe en el mejoramiento de la institución (tanto académica como organizativa), con conocimiento de que este acto supone un ejercicio en beneficio de su propia formación (ya que al buscar el perfeccionamiento de la institución en que se encuentra busca a la vez una mejor preparación en sus conocimientos académicos).

En el sentido académico, la participación implica un análisis de los contenidos de las materias que se explican en clase para generar una formación en que realmente se aprehendan y generen los conocimientos en los estudiantes(2); desarrollando las capacidades cognoscitivas. Aunado a ello, las relaciones que se llevan a cabo en las aulas entre los mismos estudiantes y en su relación con los profesores se establecen en una dinámica horizontal (a través de los cuestionamientos, las discusiones, los argumentos y posicionamientos) en la que el profesor y el estudiante son sujetos constructores de conocimientos.

La participación además de mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje beneficia en lo personal, pues se internalizan los conocimientos relacionándolos con la realidad del mismo estudiante. Es decir, se objetiviza y subjetiviza lo que aprehende en comunión con los compañeros y con el profesor. Esto asume una posición crítica de la realidad y se genera la sensibilización hacia los problemas sociales.

No obstante la participación estudiantil no debe quedar supeditada a lo que ocurre en las aulas. Debe reconocerse al estudiante como constructor de alternativas de solución a los problemas que existen en la institución. Por lo general, el estudiante no obedece a intereses administrativos, con lo cual puede establecer una perspectiva objetiva de los acontecimientos que ocurren en la Escuela, generando propuestas que alienten al mejoramiento del desarrollo administrativo de la misma.

Si el discurso que actualmente se maneja en la ENTS es el de fortalecer los procesos de planeación, adecuar su normatividad, revisar periódicamente sus formas y estructuras de organización y, en general, mejorar todas sus actividades (Casas, 2009, p. 20), es obligatorio considerar a los estudiantes en el análisis del quehacer administrativo. Su opinión podrá develar aspectos que la administración no percibe u omite, fortaleciendo la objetividad encaminada a lograr el objetivo señalado.

Es por esto que la Administración debe estar abierta a la crítica, en una posición de escucha y debate; de lo contario, la omisión de la participación estudiantil reflejara que el discurso obedece a cuestiones meramente retóricas y que la supuesta inclusión de los diversos sectores de nuestra comunidad (Casas, 2009, p. IV) no se está llevando a cabo. En relación con esto, es preciso mejorar los procesos comunicativos, puesto que la inclusión de la comunidad no puede ser solamente convocada por medios electrónicos o con un par de convocatorias en zonas de la Escuela menos frecuentadas.

Empero, como veremos en la siguiente entrega, la participación estudiantil conlleva otros conocimientos que no obedecen exclusivamente a la formación académica; considerar solamente esta perspectiva seria no develar el trasfondo político-ideológico que caracteriza a todo acto participativo.


(1) Para este ensayo se considerará la participación como la intervención estrictamente relacionada con la reflexión, encaminada a la modificación o construcción de una situación.

(2) Aquí la importante distinción entre estudiante y alumno.


Bibliografía y Fuentes

Casas T. G. (2009) Plan de Desarrollo Institucional 2008 – 2012. México. ENTS–UNAM de http://www.trabajosocial.unam.mx/dirs/direccion/pdi2009.pdf

Gaceta ENTS. (2010, julio-agosto). No. 134 de http://www.trabajosocial.unam.mx/dirs/Publi/Gaceta/Gac_134.pdf

Mendoza R. J. (2001). Los conflictos de la UNAM en el siglo XXI. México. Plaza y Valdés Editores

Gilberto Gutiérrez Bravo
Estudiante de séptimo semestre
Turno matutino

27 octubre 2010

La práctica en el Trabajo Social

Me permito destacar y al mismo tiempo compartir la oportunidad de haber asistido a una práctica foránea a la región de la Montaña y Costa Chica en el Estado de Guerrero junto con mi grupo de práctica regional 1712 coordinados por la profesora Luz Noemí Navarro Márquez.

A través del presente trabajo pretendo destacar la importancia y lo más significativo del trabajo realizado en dicha región, pero también contrastarlo con los conocimientos previamente adquiridos en los semestres pasados, todo desde una mirada crítica-reflexiva señalando los elementos que me dieron y fortalecieron en particular mi proceso enseñanza-aprendizaje.

Puedo mencionar, que a partir de esta experiencia, el Trabajo Social desde su origen, tiene un carácter eminentemente práctico, considerada como una disciplina científica nueva y joven; es en este sentido que la hace distinta de otras disciplinas y en el momento de generar una base de saberes y conocimientos propios.

El Trabajo Social en la comunidad, a nivel local o regional, nos permite conocer las características de los sujetos y las condiciones de las comunidades que se pueden encontrar en situación de riesgo social; detectar las necesidades reales y potenciales, analizar los elementos causales que pueden generar condiciones de dificultad.

Según García Longoria (2000), en la práctica diaria el trabajador social, al hacer lo anterior, se convierte en un teórico diario ya que tiene que entender y explicar los fenómenos sociales si quiere actuar de la forma adecuada. Dicha organización de conocimientos y saberes adquiridos es importante para comprender la compleja realidad que enfrenta.

La teoría para el Trabajo Social, en términos sencillos, proporciona el camino para ordenar y definir hechos y acontecimientos que facilita la comprensión y el poder describir aspectos de la realidad social, ya que sin ésta sería difícil ordenar, clasificar o incluso escapándose elementos de nuestra atención.

Sin embargo, hay quienes afirman que la teoría implica distanciamiento y objetividad, lo cual choca con la cercanía y subjetividad de la práctica profesional del trabajador social.

En este sentido, el Trabajo Social a lo largo de su historia ha construido y dotado de sistemas racionales que hagan más científica su labor en el mayor ámbito posible; introduciendo a su literatura nuevos conceptos como cálculo, evaluación, predicción, fiabilidad. Todo ello en un mundo cambiante y caótico.

Sin embargo, recordemos que los problemas con los que se enfrenta el trabajador social no son problemas que se puedan resolver sólo de forma técnica y racional, puesto que algunos problemas son complejos, cambiantes e inciertos, para lo cual no existe un “supermercado” de teorías concretas, sino en ocasiones sólo pueden ser resueltas desde la práctica y desde la subjetividad del trabajador social.

Los problemas de esta realidad social no se encuentran bien construidos, al contrario, se presentan como indeterminados e inciertos. En estos casos, el trabajador social, interviene e interactúa con el problema, lo único y lo incierto del mismo, y ahí desarrolla una nueva teoría para el caso concreto (problema) que enfrenta, que es la que va guiar y orientar sus acciones posteriores. A partir de este momento se genera un saber práctico derivado de una “reflexión en acción” por medio de la interacción del problema.

El conocimiento adquirido de esta manera no solo establece una reflexión más cercana entre teoría y práctica. Con el saber práctico los trabajadores sociales no sólo son teóricos, sino que son prácticos, concretos e intuitivos, añadiendo elementos del razonamiento.

En este contexto fue como se desarrollo dicho grupo de práctica regional, y en particular, este servidor, en la cual se abordaron, metodológicamente, situaciones sociales colectivas mediante la organización y la participación popular; descubrir necesidades y potencialidades de las comunidades, tomar contacto con la gente, desarrollar la voluntad de trabajar para resolver necesidades, repartición de tareas, cuidar las relaciones, etc.

"La lucha por entender el comportamiento y las relaciones, acciones y decisiones, actitudes y motivaciones, necesita ser mantenida siempre si la práctica quiere ser efectiva y cuidadosa"(1).

Por ello, la importancia de que los estudiantes de Trabajo Social tengan presente, en su formación académica, la experiencia de la práctica como medio y fin para reconocer los elementos que se están gestando en nuestra sociedad cada vez incierta.

Ya que es a partir del contacto con la realidad y con las personas que aprendemos y compartimos; aprender para compartir y reflexionar sobre el papel que tenemos no sólo como jóvenes o universitarios, sino como protagonistas de nuestra historia, de nuestro tiempo y de nuestra sociedad.

Además, la práctica en si misma da cuenta de una experiencia formativa significativa para los trabajadores sociales, creo que la práctica es una herramienta fundamental dentro del proceso enseñanza-aprendizaje, y es al mismo tiempo, una oportunidad para ampliar nuestra mirada y reafirmar el compromiso como universitarios, y en específico como futuros trabajadores sociales frente a la compleja realidad que se está gestando.

Porque el Trabajo Social es vida, pasión y amor.


Oscar Gutiérrez Sánchez (Consejero Técnico)
Séptimo semestre, Grupo 1714. Turno matutino.
Número de Cuenta: 302078947


(1) Fernández G. Tomas. Trabajo Comunitario, Organización y Desarrollo Social. Alianza Editorial, España, 2005.

* Fotografía: Grupo de Práctica Regional 1712 ENTS-UNAM

14 octubre 2010

Trabajo Social, un primer acercamiento a las opciones de empleo

Seguramente, la pregunta que más se realiza en los primeros semestres de cualquier carrera, o bien cuando un maestro tiene su primer contacto con el grupo; o simplemente entre los mismos compañeros es: ¿por qué elegiste esta carrera? Lo primero que convendría analizar es si fue elegida o impuesta.

En la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), de acuerdo con el Primer Informe de Actividades de la maestra Gracias Casas Torres, el 54% de los alumnos que llegan a estudiar a la ENTS, provienen de bachillerato ajeno a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lo que significa que debieron realizar examen de admisión y por ende elegir la carrera de trabajo social.

A partir de este dato podríamos analizar dos situaciones. La primera nos indica que la anterior y la actual administración han hecho un trabajo de promoción efectiva, lo que ha permitido a la carrera nutrirse de personas que llegan por elección y no por imposición.

En una segunda situación podríamos considerar el que muchos estudiantes la utilizan como trampolín para acceder a otra carrera, que de acuerdo con el Reglamento General de Inscripciones, pueden cursar o en forma simultánea al tener cubierto el 50% de los créditos o al término de la primera carrera, con un promedio superior a ocho.

En los últimos dos años las autoridades de la ENTS han detectado una tendencia y es que los grupos ya no se van reduciendo conforme avanza en semestres una generación. Ello sin lugar a dudas es positivo si lo comparamos con el nivel de deserción, que a decir de los directivos se ha reducido considerablemente.

A partir de los datos descritos en el Segundo Informe de Actividades de la maestra Casas, sabemos que a la ENTS ingresaron, para el periodo 2010-1, 2 mil 282 estudiantes tan sólo en el sistema escolarizado. Respecto a los egresos, se leen las siguientes cifras: en el ciclo escolar 2008-2 egresaron 50 personas procedentes de otras generaciones; en el semestre 2009-1 salieron 322 estudiantes; mientras que en el semestre 2010-1, 256.

Es decir, cada año, tan sólo la ENTS y a través de su sistema escolarizado, saca en promedio al mercado de trabajo a poco más de 250 pasantes de trabajo social.

Y aquí inician las preguntas centrales de este trabajo. ¿Cómo se vincula el trabajador social con un empleo? ¿Qué tipo de empleos va a encontrar el trabajador social recién egresado? ¿Cómo está el mercado de trabajo para nuestra disciplina? ¿Qué estrategias seguir para vincular al estudiante con el mercado laboral? ¿Hay indicadores sobre la oferta y demanda de trabajadores sociales? ¿Qué tan reales son las cifras de empleo, que maneja el gobierno?

Primero, conviene identificar la forma en que el pasante o estudiante se vincula con un empleo. Para efectos de este trabajo consideramos cuatro formas, principalmente: a) a través de la realización de prácticas o servicio social, que concluyen con el ofrecimiento del empleo; b) mediante de la recomendación por parte de conocidos o familiares; c) la forma común, que implica realizar una búsqueda en periódicos, bolsas de trabajo, ferias, etcétera o d) a partir del autoempleo. Estas categorías no son rígidas y claro que existe interacción entre ellas.

Para este artículo sólo tomaremos en cuenta dos de las cuatro modalidades antes expuestas.

Vinculación a través de prácticas y/o servicio social

La carrera de trabajo social tiene una cualidad, que no tienen otras y es la realización de prácticas: comunitaria, regional e institucional. A través de ellas el estudiante, demás de llevar a la práctica lo aprendido en las aulas, reflexionar y hasta mejorar su formación, puede vincularse permanentemente con diversas instituciones. Incluso, a través de estas prácticas puede acreditar cierta experiencia que al momento de solicitar un empleo, en su mayoría es necesaria. Aquí la importancia de fortalecer esta área, aunque no abordaremos este tema dentro de este trabajo.

Dentro de este nivel, también encontramos la vinculación a través de la realización del servicio social. De acuerdo con el Informe de Actividades 2009 - 2010, en el último, en la ENTS, se registraron 109 instituciones, que abrieron espacios para os trabajadores sociales en 431 programas.

Sobre esta última modalidad, destaca la ausencia de un indicador mediante el cual se analice qué porcentaje de alumnos que prestan su servicio social, se quedan a laborar en esa institución. En caso de existir, no es público. Un elemento difícil de soslayar en este nivel de análisis, es el hecho de que muchas instituciones han incorporado el esquema de servicio social a sus procesos de operación, como una forma de evitar contrataciones, dada la alta oferta de mano de obra gratuita y disfrazada, pero obligatoria para titulación.

Vinculación común

En realidad, es esta la modalidad en la que nos centraremos. En este nivel tenemos a profesionistas que se vinculan con un empleo a través del uso de periódicos, bolsas de trabajo, ferias, entre otros sistemas de reclutamiento, con una variable adicional: la característica de masivos.

La lógica diría que esta es la forma más utilizada para encontrar un empleo, sin embargo varemos más adelante si esto es cierto o no y qué tanto aplica para los trabajadores sociales.

Para acercarnos ligeramente a esta realidad analizamos el número de vacantes relacionadas con trabajo social que se ofertan a través de la segunda bolsa de trabajo, más conocidas y consultada en México: www.computrabajo.com.mx

Primero ingresamos a la opción “Ver empleos” donde aparece un motor de búsqueda con 4 variables distintas: Lugar, Categoría, Fecha y Tipo; además de una quinta opción que permite incluir palabras clave que facilitan la localización.

Para delimitar nuestro trabajo tomamos como referencia, la variable de Lugar (Zona), que redujimos al Distrito Federal; en el campo de Categoría, jugamos con las opciones pero nos centramos en: “otros, recursos humanos, administración/oficina y científico/investigación”; en la Fecha, solicitamos ofertas de los “últimos 14 días” (Periodo del 20 de septiembre al 3 de octubre de 2010.); mientras que en Tipo pusimos “cualquiera”, ya que este incluye todas las opciones. En el último campo escribimos, en forma indiscriminada las palabras: trabajadora, trabajador social; trabajadoras, trabajadores sociales.

Al correlacionar todas las variables anteriores descubrimos que mientras se escriban palabras clave, el motor de búsqueda arroja como resultado el mismo número de ofertas. A partir de los datos anteriores localizamos once ofertas.

Para ser candidato a alguno de estos once empleos, tenemos que en dos de ellos, piden de forma tajante ser licenciados en trabajo social; en siete les resulta indiferente el contratar a un trabajador social de nivel técnico o licenciatura; en otra de las opciones no aclaran específicamente el nivel requerido y en otra más no se señala en forma directa a la disciplina, pero la descripción del puesto está relacionada con a las actividades que realiza un trabajador social, sin que ello sea rígido o exclusivo de la disciplina.

Si sacamos un promedio, a partir de los salarios ofrecidos en aquellas ofertas que así lo informan tenemos un monto de 4 mil 75 pesos mensuales.

Los datos oficiales

La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) cuenta con un servicio público de información sobre lo que ellos denominan “las características y el comportamiento de las ocupaciones y las profesiones más representativas en México”, que opera vía internet, denominado Observatorio Laboral (OLA).

Ahí se afirma, con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que en 2010 hay 54 mil trabajadores sociales asalariados, lo que significa un aumento de 4 mil, respecto al año 2009. 90 de cada 100 trabajadores sociales son asalariados.

Según esta fuente, aquellos trabajadores sociales recién egresados de licenciatura ganan en promedio 5 mil 273 pesos mensuales. Aquí la primera discrepancia entre la realidad y las cifras oficiales, si tomamos en cuenta los datos encontrados en Computrabajo.

Más aún. La STPS da cifras completamente fuera de la realizad, cuando analiza los ingresos de los trabajadores sociales de 20 años de edad en adelante. Según éste indicador, un trabajador social percibe en promedio 9 mil 891 pesos mensuales de salario neto.

Si comparamos el ejercicio hecho en la bolsa de trabajo, con la información del OLA encontramos serias diferencias tanto en el monto de los salarios, como en la cualidad de los de los puestos disponibles.

Otro indicador a nuestro alcance es la ocupación que tienen quienes estudiaron trabajo social. El 42.8% están realizando una actividad acorde a sus estudios; el 13.7%, a pesar de haber estudiado la licenciatura, realizan trabajos a nivel técnico; mientras que el 43.5% realizan un trabajo que no es acorde a trabajo social. Es decir, el 57.2% realiza un trabajo o mal remunerado para su nivel de estudios o alejado de lo que estudiaron, sin que ambas vayan de la mano.

Por otro lado, si revisamos las cifras por actividad económica sabemos que la mayoría de los trabajadores sociales, un 49.1% se dedican a los servicios sociales (sin que la STPS describa qué entiende por servicios sociales); el 20.6% trabajan en el gobierno y organismos internacionales; 14.5% se dedican al comercio; 4.3% a la industria manufacturera y 4.9% a servicios profesionales financieros y corporativos.

Esta misma “radiografía” arroja como resultado que 39 de cada 100 profesionistas en trabajo social laboran en la región centro del país y 78 de cada 100 son mujeres.

Comparemos los datos encontrados en la bolsa de trabajo con las cifras oficiales. Primero, en la mayoría de las ofertas de trabajo, resulta indiferente la preferencia de género. No obstante, que el total de trabajadores sociales asalariados, en su mayoría son mujeres. Este dato es comprensible si consideramos que esta carrera se empezó por mujeres.

Otro dato que podemos deducir es que, durante el periodo analizado, y a partir de la indiferencia en grado de estudios y el tipo de actividad a realizar, se puede demostrar que a través del mecanismo de vinculación común, específicamente por la vía de bolsa de trabajo consultada por internet, se ofertan empleos de baja calidad para la disciplina en estudio, pues es aquí donde se concentra la clasificación que realiza OLA, sobre el sector que a pesar de haber estudiado licenciatura, realiza trabajos a nivel técnico. La mayoría de las vacantes disponibles en Computrabajo son para el levantamiento de estudios socioeconómicos.

Lo más grave es que, los únicos dos casos en que las empresas solicitan en forma tajante trabajadores sociales con grado de licenciatura, la función que pretende asignarles es exactamente la misma que la anterior y los salarios no rebasan los 5 mil pesos. Ello refleja una tendencia hacia la depreciación del tipo de trabajo, que podría darse por una saturación en la oferta de trabajadores sociales, lo cual es difícil de calcular si consideramos que no existe la información pública al respecto. Lo único que afirma la STPS es que de 2009 a 2010, 4 mil trabajadores sociales se incorporaron a las filas de asalariados.

Un dato que resulta incongruente es la correlación entre el 57.2% que realizan actividades alejadas de trabajo social o bien a nivel técnico, aún cuando tienen grado de licenciatura y los datos de actividad económica donde según esto 49.1% se concentra en el área de servicios sociales. Esta incongruencia resulta si consideramos que los servicios sociales son una parte medular en la formación y el desempeño del trabajo social. Y resulta más confuso si consideramos que el OLA clasifica dentro del grupo de trabajo social a “las carreras de nivel licenciatura que preparan profesionistas con conocimientos para interpretar desde una perspectiva integral la problemática social e intervenir en los procesos sociales orientados a la satisfacción de las necesidades sociales y a la realización del hombre en un plano de dignidad humana”.

Otro dato a analizar es el monto, que según el Observatorio Laboral, gana en promedio un trabajador social, de 20 años o más: 9 mil 891 pesos al mes. Si lo comparamos con los resultados obtenidos en la búsqueda de trabajo, vía internet, tenemos que no es por la vía común como encuentran empleo la mayoría de los trabajadores sociales, pues de las 11 vacantes encontradas, el promedio salarial se ubica por bajo de la mitad de lo afirmado por la fuente oficial.

Y una interrogante más. Si tomamos en cuenta que de las 11 vacantes encontradas 8 son para levantamiento de estudios socioeconómicos, ¿dónde están aquellos empleos, distintos a las actividades realizadas por técnicos?

José Antonio Guerrero Morales.
Alumno del 5to semestre, turno matutino
Número de cuenta: 408030115